15 febrero 2012

Anatomía: La conjuntiva

La conjuntiva es una membrana clara, con vasos sanguíneos casi invisibles que cubre la esclerótica —conjuntiva bulbar— y las superficies internas de los párpados superior e inferior —conjuntiva palpebral—. Su función es defender y reparar la córnea en caso de rasguños, heridas o infecciones.

Los vasos sanguíneos de la conjuntiva se dilatan, liberando nutrientes, anticuerpos y leucocitos en las lágrimas, las cuales lavan la superficie corneal avascular. La conjuntiva ayuda a mantener la córnea húmeda y limpia y a reducir la fricción cuando el párpado pasa sobre ella.

Parece que la capa mucosa conjuntival atrapa microorganismos de la superficie ocular de manera semejante a un papel atrapamoscas. Esta red de moco forma una bolita y la lleva hacia el ángulo nasal donde se seca y se desliza hacia la piel. También la conjuntiva ayuda a restituir la superficie de la córnea con células epiteliales en caso de que esté raspada.

La inflamación de la conjuntiva, llamada conjuntivitis, es la enfermedad ocular más frecuente en el mundo. Varía de intensidad entre una hiperemia leve con lagrimeo hasta una conjuntivitis grave con secreciones purulentas copiosas. La causa suele ser exógena, pero algunas veces es endógena.

Debido a su localización, la conjuntiva está expuesta a muchos microorganismos y a otros factores ambientales estresantes. Hay varios mecanismos que protegen la superficie del ojo de las sustancias externas: en la película de lágrimas, el componente acuoso diluye el material infeccioso, el moco atrapa desechos y la acción de bombeo de los párpados dirige de manera constante las lágrimas hacia el conducto lagrimal; las lágrimas contienen sustancias antimicrobianas tales como lisozimas y anticuerpos.

Referencia

Foto de Sarcaser